Durante casi dos años, aunque con vaivenes, la Unión Europea se ha mantenido firme en su apoyo político, diplomático y económico a Ucrania frente a la agresión rusa. Ahora, cuando el sostén de otro de sus aliados, Estados Unidos, flaquea por sus propias luchas políticas internas, también se tambalea el de Europa, que ha visto cómo la guerra ha llegado al continente. El soporte europeo a Kiev se somete a una prueba de fuego este jueves y el viernes en Bruselas, en una cumbre decisiva para Ucrania y la unidad de la UE. En ella, Hungría y su primer ministro, el ultraconservador populista Viktor Orbán, amenazan con vetar la apertura de negociaciones de adhesión con Ucrania y un nuevo importante salvavidas económico a cuatro años dentro el presupuesto de la UE. “Ucrania no ha completado todas las condiciones requeridas para abrir el diálogo sobre su inclusión. Es un proceso basado en el mérito y aún no ha cumplido”, ha lanzado Orbán a su llegada al Consejo Europeo. Los líderes exploran ahora una nueva fórmula de apertura de negociaciones de adhesión en dos fases (una preliminar y otra ya más en firme) para, al mismo tiempo, dar una expectativa a Ucrania y convencer al líder húngaro. Rusia, mientras tanto, se frota las manos ante cualquier indicio de que la UE flaquea.
“Hoy les pido una cosa: no traicionen al pueblo [ucranio] y su fe en Europa”, ha instado el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, en una intervención por videoconferencia ante los líderes de la UE reunidos en la capital comunitaria. “Hoy es un día especial. Y este día pasará a la historia. Ya sea bueno o malo para nosotros, la historia lo capturará todo. Cada palabra, cada paso, cada acción e inacción. Quién luchó por qué”, ha recalcado. Y ha añadido: “Es muy importante que Europa no vuelva a caer en la indecisión hoy. Nadie quiere que se considere que Europa no es digna de confianza o incapaz de tomar las decisiones que preparó. La gente en Europa no entenderá si la sonrisa de satisfacción de Putin se convierte en la recompensa por una reunión en Bruselas”.
Se trata, como ha recordado Zelenski, no solo del apoyo a Kiev, sino de la resistencia de la UE en ese sostén. El primer ministro holandés, Mark Rutte —probablemente en uno de sus últimos Consejos Europeos porque perdió las elecciones en noviembre—, ha definido este jueves, a su llegada a Bruselas, la reunión como “decisiva”. “Tenemos que mostrar nuestro compromiso con Ucrania”, ha reclamado la primera ministra de Estonia, Kaja Kallas. Sobre la mesa, dos elementos “cruciales” para Ucrania, han dicho Rutte y Kallas: la decisión sobre iniciar el diálogo para su adhesión a la UE y un paquete de 50.000 millones de euros a cuatro años, que los líderes negocian ahora. Esta cantidad formaría parte de una revisión más amplia del marco financiero plurianual, que tiene otros ingredientes, como un nuevo capítulo para gestión de inmigración o competitividad. Hungría bloquea, por ahora, ambos elementos. Y otros Estados miembros solo apoyan los nuevos fondos para Ucrania, así que el visto bueno final es difícil pero no imposible. Las discusiones ahora son técnicas.
El gran punto de conflicto en el que Orbán se ha mostrado cerrado es la apertura de negociaciones de adhesión, que requieren unanimidad. Los líderes exploran ahora una fórmula para hacerlo en dos fases para ver si el primer ministro húngaro se siente cómodo con esa opción más gradual que consistiría en abrir esas conversaciones, pero asegurando que solo se adoptaría el marco de cómo hacerlo “una vez que se hayan adoptado los pasos pertinentes establecidos en las recomendaciones de la Comisión”, según el borrador de conclusiones de la cumbre al que ha tenido acceso este diario. Esa segunda fase podría lanzarse tras una conferencia intergubernamental, apunta una fuente comunitaria.
La fórmula de dos pasos se agarra al informe de la Comisión Europea, que recomendaba iniciar las conversaciones pero precisaba que Kiev debe peinar todavía algunos flecos pendientes en tres de las siete reformas requeridas, como adelantó EL PAÍS. Un informe que en el fondo ha dado material para su veto al primer ministro húngaro, que ha remarcado que Ucrania debería iniciar conversaciones de paz con Rusia y ha instado a la UE a replantear su estrategia con el país invadido, además de insistir en que Ucrania no está preparada para ingresar en la UE. En cualquier caso, Orbán seguiría teniendo la llave del segundo escalón, porque lo relacionado con la ampliación requiere unanimidad. Pero se ganaría tiempo. Y Ucrania obtendría esa apertura de negociaciones, aunque con matices.
El resto de líderes defienden el inicio de unas conversaciones de inclusión que, no obstante, pueden durar muchos años y que requerirán otras muchas y muy complejas reformas por parte de Ucrania. “Defendemos una valoración positiva para iniciar negociaciones de adhesión con Ucrania”, ha remarcado este jueves el alto representante para Política Exterior, Josep Borrell.
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Cuando los líderes europeos debaten sobre el sostén a Ucrania, en Rusia, el presidente Vladímir Putin, ha prometido continuar la guerra hasta lograr sus objetivos y ha vuelto a hablar de “desnazificación”. “Habrá paz cuando alcancemos nuestros objetivos, en cuanto a la desmilitarización, si ellos [los ucranios] no quieren llegar a un acuerdo entonces nos veremos obligados a otras medidas, incluidas militares”, ha dicho el jefe del Kremlin en su rueda de prensa anual, en Moscú.
50.000 millones para Ucrania
Mientras, los equipos negociadores discuten los detalles técnicos de la revisión presupuestaria del marco plurianual que tiene en su núcleo un nuevo paquete de 50.000 millones de euros para Ucrania (33.000 en préstamos y 17.000 en subvenciones) y tratan de ajustar el resto de números. Sobre la mesa está una propuesta del presidente del Consejo, Charles Michel, de poner unos 22.000 millones de euros de dinero fresco que incluiría otras partidas que reclama el Ejecutivo comunitario para las nuevas prioridades, como la gestión de los flujos migratorios.
Al margen de esos ajustes hay, en cualquier caso, un plan b para que, si esa revisión presupuestaria no sale adelante, Ucrania no se vaya con las manos vacías y suministrarle esos 50.000 millones o parte de ellos con un paquete fuera del presupuesto o a través de un acuerdo con los 26 Estados miembros (todos los de la UE menos Hungría). Otra opción es hacerlo a través de préstamos bilaterales. Orbán, que está viviendo su gran momento de protagonismo en la UE, ha asegurado este jueves que no se opone a un paquete “extrapresupuestario”. “Lo más importante que debemos decidir aquí hoy y este fin de semana es que el apoyo financiero a largo plazo para Ucrania provendrá de la Unión Europea”, ha dicho también el primer ministro irlandés, Leo Varadkar.
Los líderes europeos han lanzado una última ofensiva diplomática para presionar a Orbán para que abra la mano. Tras una serie de encuentros y llamadas en los últimos días, el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, la de la Comisión, Ursula von der Leyen, y los líderes de las dos mayores economías de la UE —Francia (Emmanuel Macron) y Alemania (Olaf Scholz)— han desayunado con el primer ministro húngaro antes de la reunión del Consejo Europeo. En la noche del miércoles, los cuatro líderes cenaron en Bruselas para sentar su estrategia hacia Orbán —que desde el inicio de la invasión de Ucrania se ha mostrado mucho más cercano a Moscú, con quien tiene vínculos, que a Kiev—. Justo antes, el Ejecutivo comunitario había descongelado 10.200 millones de euros que Hungría tenía bloqueados por su deriva autoritaria.
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